sábado, 4 de mayo de 2013

jueves, 2 de mayo de 2013

ADIÓS, ANTONINA, ADIÓS


Antonina es un personaje de la obra de Carlos Llopis “Nosotros ellas y el duende”

Antonina, la mujer más simpática de la Tierra

Ayer cuando llegué a casa me di cuenta de que nuestra querida Antonina había desaparecido de nuestras vidas, Allí sobre la cama, estaban extendidas todas sus ropas; disfraces, terciopelos, brocados, collares, y hasta el sombrero que tan mal se ajustaba a su “cabecita a pájaros”

Viendo la ropa que parecía esperar a su dueña, me dieron ganas de llorar, me di cuenta que se había ido para siempre y de que ya nunca más volveríamos a verla.

Se había ido con sus refranes, sus absurdos y retorcidos argumentos, sus artimañas de viuda alegre, su irrefrenable afán de codearse con lo mejor de la sociedad madrileña y su hambre de agarrar la vida con ambas manos y comérsela  gajo a gajo.

¿Qué ha sido de ella? No lo sé. Quizás haya  muerto en el olvido, o sea una viejecita arrugada, encerrada en su casa de Jorge Juan, ¿o esa era la casa de su hijo Claudio? ¡Qué más da, eso del alzhéimer¡

 O….  ¿volvió a quedarse viuda, y regresó a las Islas?. Quiero creer que ha sido así. La veo casada con un ingles pasado de copas  y de sol, tumbada lánguidamente en un Chillout de Ibiza viendo una impresionante puesta de sol. Paseando por la playa con una blanca túnica, “Hippie” llena de encajes, y cintas ondeando al viento, agarrando con ambas manos una pamela, que quiere arrancarle el viento y…. cerca de ella, una niña que juega a meter en un cubo azul todo el Mar Mediterráneo.

No iba tan descaminada,  tenía razón cuando se preocupaba, por si en cualquier momento se presentaba un pájaro grande, con un gran paquete colgando del pico.

Antonina allí donde estés, todos queremos darte las gracias por los buenos ratos que nos has hecho pasar y por ser la mujer más simpática de la tierra.

Sol Gimeno
Sin comentarios

 

HIJA DE MARISOL


El pasado sábado, fui con mi hermana y mi cuñado a ver a su suegra, es decir, a mi madre, en la representación de una obra de teatro Nosotros, ellas y el duende.

 Me gustó la obra, es divertida y todos los actores estuvieron muy profesionales y metidos en sus papeles. Pero mi madre, mi madre, lo hizo genial.

 Sí, y no sólo lo digo por ser portadora de sus genes, sino porque según avanzaba la obra, más se alejaba del papel de mi madre y se acercaba a Antonina, señora que vivía en Palma, tenía un hijo que yo no conocía y además iba a volver a casarse.

Todo el que la conoce sabe que es una mujer discreta, que no le gusta llamar la atención, pero en el escenario, se crece. El escenario parece creado para que ella se mueva y viva la vida del personaje que representa.

 También puedo añadir que tiene mala memoria, pero esto no la amedranta a la hora de representar papeles extra-largos. Su truco, llevar una grabadora colgada del cuello, con el papel, día y noche.

 Os contaré una anécdota a este respecto. Como mi madre se pasaba el día gritando, llorando, riendo y hablando sola pensé que sería bueno contárselo a las personas que viven en mi casa, hijos, amigos, y a la persona que me ayuda con los niños y la casa.

 Cuando se lo conté, me hizo una gran revelación:  ¡estaba preocupadísima llevaba varios días observándola y pensaba que había perdido el juicio!.

Desde que es actriz, he oído cosas que esperaba no tener que oír nunca:  ¡Menuda monja entrometida! ¡Se casa por el dinero! ¡Es una lagartona! ¡Me encanta!

Eso sí, es raro verla ensayar los jueves, y…. ¿cuál es la razón?, porque tiene que cuidar a sus nietos y así su hija puede ir al taller de pintura.

 Gracias mamá.